viernes, 26 de octubre de 2018

Buenas prácticas para una convivencia inclusiva

Las barreras actitudinales atraviesan al conjunto de la sociedad. Se generan a partir de la falta de conocimiento sobre necesidades y derechos de las personas. 
Existen muchos prejuicios, mitos y estereotipos sobre las personas con discapacidad.
 
 
Para construir una sociedad inclusiva para todos y todas tenemos que empezar por cambiar nuestras actitudes. Las personas con discapacidad pueden trabajar, estudiar, tener relaciones sexuales, formar su familia y ser felices como cualquier persona.
 
No las subestimemos ni las prejuzguemos.
 
Evitemos por lo tanto infantilizarlas, no necesitan de nuestras imposiciones o actitudes sobreprotectoras.
 
Reconocemos que muchas personas tienen una actitud solidaria ante las personas con discapacidad. Hay que tener en cuenta que no todas ni en todos los momentos precisan ayuda. Dejemos que hagan por sí mismas todo lo que puedan hacer. 
 
No decidamos por ellas, preguntémosles siempre que ayudas desean recibir.

Las ciudades pueden convertirse en entornos muy hostiles para personas que tienen limitaciones temporales o permanentes. Una actitud responsable supone ponerse en el lugar del otro/a.
 

Personas con discapacidad es el término correcto. No es oportuno utilizar palabras como: personas con capacidades diferentes, lisiados, minusválidos, imposibilitados. Es ofensivo utilizar diminutivos como: "loquito, cieguita, renguita, pobrecito, taradito, mongolito".

Las personas con discapacidad no son un grupo homogéneo, tienen distintas necesidades dependiendo de su situación. Tratemos de ajustar nuestro comportamiento actuando con naturalidad.
 
Hablemos con ellas directamente y no a su acompañante, que además es una regla básica de educación hacia todas las personas.

Fuente:
Folleto "Sugerencias para un trato adecuado a las Personas con Discapacidad" de la Intendencia de Montevideo, 2006. 




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